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Liderar la remodelación del campo de golf
- 24 de mayo de 2021
- Publicado por: admin
- Categoría: Noticias
En épocas de crisis económica, cuando es difícil contar con los recursos necesarios para hacer grandes inversiones, es normal ver crecer la polémica respecto a cómo remodelar e introducir cambios en los campos de golf.
Es un tema que pasa por la mente de los green keepers cada vez que calculan el coste de mantener los bunkers, o por la mente de los gerentes cada vez que un jugador senior se lamenta de esas trampas de arena situadas delante de algún green, o a ciento cuarenta metros del tee de salida en algún hoyo.
No es un tema menor, y la gerencia y los directores del campo se ven involucrados en cierta medida. Su liderazgo debe aprovechar esta oportunidad de brillar, por encima de la presión de la junta directiva o de la propiedad, que reclaman por igual decisión y responsabilidad.
La renovación es inevitable en cualquier instalación de golf. Los responsables de campos y clubes saben bien los periodos de caducidad de los diferentes elementos del campo.
Además, desde hace una década apenas se construyen campos nuevos en España, con lo que las empresas constructoras no dejan de animar a que se renueven o se remodelen los diseños antiguos. Finalmente, el golf debate desde hace años las fórmulas para resultar más atractivo a los nuevos jugadores, y eso incluye que sea el campo el que se adapte a la habilidad del jugador, y no al revés. La propuesta más innovadora, que apenas se ha visto implantada aún, es la de hacer el agujero más grande. ¿Tendrá cabida en algún momento?
En esencia, hay que tener en cuenta las razones por las que se persigue el cambio. Se pueden imponer los condicionantes económicos, las dificultades técnicas, la resistencia o las exigencias de los socios y usuarios… en fin, todo un mundo de complejidades que se conjugan en la pregunta clave: ¿Por qué, o para qué, queremos remodelar o modificar un campo de golf?
Razones para el cambio
En los últimos veinte años la razón principal parecía ser la necesidad de adaptarlo a la evolución del material de golf. Muchos campos construidos hasta finales de los años 90 parecían estar quedándose pequeños, porque los jugadores (y no hablo sólo de los profesionales) consiguen distancias mucho más largas con sus golpes. De hecho, paralelamente al debate sobre la longitud del campo se despertó otro sobre la conveniencia de limitar la capacidad de vuelo de la bola y la evolución técnica de los palos.
Pero hay otros motivos importantes como:
- Mejorar la estética del campo – Integrando caminos, zonas medioambientales, espacio para posibles espectadores…
- Corregir problemas de mantenimiento – A veces los árboles han crecido tanto que impiden que llegue luz suficiente a los greenes, o afectan con sus ramas la línea de juego diseñada en un principio. También puede suceder que el terreno se asiente a lo largo de los años y se creen hondonadas, encharcamientos o escorrentías que no permiten el buen mantenimiento del césped o de los bunkers.
- Evitar problemas de vecindad – En ocasiones se construye un campo y luego se desarrollan a su alrededor viviendas y urbanizaciones. Algún green queda demasiado cerca del linde y caen demasiadas bolas a los vecinos. Antes de terminar en un juzgado -o como consecuencia de ello- vale la pena plantearse el cambio del emplazamiento de esos greenes “problemáticos”… por mucho que a los socios les parezca que los problemáticos son los vecinos.
- Resolver problemas económicos – A veces por la necesidad de hacer el campo más fácil, o más difícil, en función de la demanda de los jugadores o de la conveniencia de acomodarlo a una estrategia de promoción determinada con la que mejorar los ingresos del campo.
- Recuperar el valor histórico – El tiempo es otro enemigo de los greenes a la hora de mantener su forma y su estructura. No sólo por los asentamientos que ya hemos mencionado, sino por la tendencia a reducir su tamaño a base de segarlos sin llegar al mismo borde del green, o por el amontonamiento bajo el césped de la arena que se saca de los bunker con los golpes de explosión… y que terminan recomendando la decisión de reconstruir el diseño original del green.
Sea cual sea la razón, es recomendable el asesoramiento de un arquitecto de golf o de un diseñador profesional. Por lo mismo que no es recomendable cambiar uno mismo la fontanería o el emplazamiento del cuadro eléctrico de su casa. El cóctel más peligroso, por razonable que parezca, es la combinación del interés del green keeper por optimizar los costes de mantenimiento, más la buena intención del gerente por dar satisfacción a las sugerencias y quejas de los usuarios, más el afán del propietario (o de la junta) por elevar el prestigio general del campo. Todo ello sazonado por la acumulación de buena intención inexperta de todos ellos, y el apoyo de una empresa constructora de la zona que nos va a ayudar a reducir el coste de las obras.
El mayor problema en una remodelación mal acometida, o mal desarrollada, es que va a tardar mucho en manifestar sus carencias. Y para el momento en que lo haga es posible que uno, o varios, o todos los responsables no están ya cerca para asumir los errores.
Paso a Paso
El primer paso debe ser analizar a fondo las necesidades y los objetivos, porque son las que van a servir de base de trabajo para el diseñador profesional experto y su equipo de colaboradores.
Tras este paso viene la larga lista de motivaciones que piden a gritos el apoyo de un profesional experto:
- Disponer de una opinión experta sobre las condiciones reales, y los objetivos.
- Diseñar con rigor las etapas en la evolución del proyecto.
- Aportar toda una variedad de alternativas y ejemplos.
- Dar garantías al presupuesto y a la previsión de costes.
- Gestionar los permisos necesarios.
- Dar estructura al desarrollo del proceso y fijar prioridades.
- Crear el entorno de seguridad idóneo… y la garantía legal necesaria.
- Dar soporte a las explicaciones que requieran los socios del campo en las sesiones informativas que se convoquen.
- Asumir la responsabilidad de la realización y del éxito del proyecto.
Muchos se plantean que la remodelación debería correr a cargo del diseñador original. Lo cierto es que, si no existe una obligación contractual no tiene que ser el mismo arquitecto que hizo el diseño original. Ni siquiera es preciso siempre contratar a un diseñador profesional si, por ejemplo, sólo vamos a cambiar la configuración interna de los bunkers para mejorar su mantenimiento.
Pero si vamos a influir en cómo se juega el campo de golf es útil contar con la ayuda de un buen profesional, que entienda la filosofía original del diseño, las circunstancias que condicionaron el routing y el emplazamiento de los obstáculos, el impacto del paso del tiempo y de otros factores que han evolucionado y, sobre todo, los criterios que mejor integren los cambios a implementar.
Dejarse guiar por los expertos
Además, un diseñador con la experiencia adecuada nos puede ayudar a escoger entre una variedad muy amplia de empresas especializadas en cada tarea que se recoge en el master plan de la obra.
El master plan condiciona el modo en que se canaliza la comunicación entre todas las partes implicadas. Nos obliga a centrar el foco en lo que es importante en cada momento. En conseguir los permisos. En contratar el movimiento de tierras. En la cobertura de los drenajes. En la calidad de la tierra o el grosor de la grava. En la llegada y almacenamiento de los materiales…
El tiempo de desarrollo de una obra, cuando un hoyo, o varios, o todo el campo está cerrado, supone un periodo de lucro cesante muy importante para el campo, o de ausencia de disfrute por parte de los socios. El riesgo de retrasos como consecuencia de problemas imprevistos es grande. Ahí radica la importancia de seleccionar buenos profesionales, con experiencia en cada fase del proyecto y en el tipo de trabajo que hemos decidido acometer; que cuente con el personal adecuado y con las herramientas idóneas; que respondan con la seriedad que requiere nuestro comité, y asuma las condiciones que detallemos en el contrato.
La junta directiva debe tener autoridad en cualquier momento para remodelar su campo y adaptarlo a las necesidades económicas, sociales o de mantenimiento. Pero no dejemos un trabajo tan importante en manos de aficionados con buena intención. Conviene contratar a los mejores profesionales posibles para lograr los objetivos deseados, sin poner en peligro la viabilidad del club, el prestigio del campo, o la satisfacción de los jugadores.
Hay muchos diseñadores deseando poner su experiencia y su formación al servicio de proyectos que van a perdurar en el tiempo, proporcionando satisfacción y prestigio a esas obras de arte y de paisajismo que son los campos de golf.